“Mundos de luz que viven un instante.
Luego se funden y se vuelven nada.”
José Emilio Pacheco
El ritmo cotidiano en las calles nos ofrece acercamientos espontáneos con personas que quizá su existencia
se reduce al tiempo que tardamos en dar un paso al caminar; de alguna manera son escenas que no volveremos
a ver en una ciudad que se encuentra en constante cambio.
Aprovecho las posibilidades que se presentan en el ambiente urbano para construir imágenes que nos inducen
a la contemplación de figuras anónimas en un entorno donde la casualidad se alinea con el misterio.
Es así como somos conocidos y ajenos a la vez, somos presas de la cámara sin darnos cuenta, somos encuentros repentinos entre luces y sombras.
La mayor parte del tiempo trabajo en la calle, considero la fotografía como un pretexto para descubrir, inventar o recrear nuevos entornos,
es un motivo para dialogar, para pensar, imaginar y cuestionar. En la foto de calle todo se vale, no importa la cámara, ni las fórmulas para
conseguir la mejor foto; el mejor aliado es la sorpresa.
Me gusta la foto porque siempre tiene muchas posibilidades para hacerla, se complementa de otras áreas y al final cuando todos creen que no
sirve para nada resulta que siempre recurrimos a ella; para mi la fotografía se relaciona mucho con lo que somos y lo que hacemos, no me gusta
pensarla como algo complejo o de difícil acceso.