El centro histórico de la ciudad de Guadalajara ha sido el principal lugar de prácticas
de nuestra escuela de artes por ya bastantes años. Lo recorrido tanto que ya no me
genera ganas de fotografías. Es por esto que este lugar dejó de ser objeto de interés
en mis fotografías.
Con esta serie, busco abordar dicho espacio (el centro) desde otra perspectiva.
Salgo a la calle a retratar individuos sin ningún acuerdo y como si de robar se tratase,
los retrato sin que se den cuenta de lo acontecido. Para esto debo de ser muy cuidadoso
y mantener un bajo perfil porque no quiero que el sujeto frente a la cámara se percate de lo que voy a hacer.
No miro por el visor de la cámara, la tengo en mi mano derecha a la altura de mi rodilla y
en otras ocasiones a la altura del pecho. Debo proyectar en mi mente lo que el lente ve
desde abajo y disparar en el momento adecuado. He fallado muchas veces disparando así,
pero es parte de la emoción que me genera fotografiar de esta manera.
Me gusta pensar que estoy quedándome con un retrato de un desconocido, en un espacio y
tiempo que él nunca sabrá que existió. Ni siquiera sabrá que yo existo. Pero en mi mente y
en mi archivo esa persona y ese momento sí existen. Tengo algo personal de ese sujeto y no
supo de lo acontecido, y tal vez nunca lo sabrá.
Esto me hace preguntarme, ¿Cuántos momentos de nuestra vida, de nuestro entorno suceden a diario,
tan cerca, e ignoramos? ¿Alguien más fue testigo de lo que vi? Tal vez estos momentos y estas
personas no existieron para nadie o tal vez para muy pocos y sólo los objetos inanimados y sin
vida fueron testigo de ellos. Tal vez no tenemos presencia en las calles, donde somos unos
desconocidos con nuestros semejantes y sólo existimos en nuestra casa, en nuestra escuela, en el
trabajo y con los amigos. Esta serie es evidencia de algunos de esos momentos, de algunas de esas personas
que existen pero ignoramos. De personas que saben que existo, pero me ignoraron, y me olvidaron
en cuanto dejaron de verme.